Hoy conocí a una señora que aparentemente tiene principio de demencia según lo que estuve averiguando al llegar a casa, ya que tiene uno de los síntomas más frecuentes de la fase inicial donde todavía no se detectan daños obvios en el lenguaje, y la persona incluso puede continuar conversando casi con normalidad, excepto por algunas lagunas en la memoria que hacen evidentes que algo anda mal.

La señora me repitió las mismas pregunta una decena de veces mientras conversábamos. Al principio no me di cuenta, hasta que fui conversando más con ella y después ya me sentía incómodo dándole por quinta vez las mismas respuestas a sus mismas preguntas.

Fui a comprarme un escritorio nuevo, y la mamá del dueño del local se acercó a hablarme mientras el se fue a buscar a alguien para que me lleve el escritorio hasta casa.

Me preguntó cuantos años tenía. Le dije 20.

Me dijo si tenía hermanos. Le dije que solo uno.

Me dijo que era muy jovencito y que cuantos años tenía. Le volví a decir que 20.

Me contó que ella tiene 4 hijos varones y una mujer, y me preguntó si yo tenía hermanas. Le dije que no, que solo un hermano.

Me preguntó de dónde era. Le dije que de tal barrio hacia tal zona, cerca de tal parte. Me dijo que ah, que no quedaba tan lejos.

Me dijo que el escritorio que vendía su hijo era de muy buena madera, y yo le dije que notaba que sí, que está en muy buen estado.

Me preguntó si yo ya tenía otro o si compraba porque no tenía. Le dije que quería cambiar mi escritorio porque necesito otro más grande.

Le pregunté si hace tiempo que ya tenían el negocio de ventas de muebles. Me dijo que sí, pero que ellos no eran de la zona.

Me dijo que ellos vivían en otra ciudad de la que quizás ya escuché hablar. Le dije que sí pero que nunca estuve ahí.

Me dijo que queda antes de tal ciudad yendo por tal número de ruta. Le dije que ahí sí ya estuve. Y me dijo que entonces pasé por su antigua ciudad sin saber.

Me preguntó si yo vivía cerca, que de dónde era. Le volví a decir que de tal barrio.

Más tarde me dijo que ella era profesora, que ahora está jubilada pero que quiere volver a trabajar porque ama enseñar.

También me dijo que a ella le sorprende cómo los niños en su último año de escuela ya son un desastre, que ya no quieren estudiar, que ya tienen novios y novias, que se comportan mal, y que en su época no eran así, que todos eran más tranquilos y educados.

Me dijo que ella siempre le decía a sus alumnos que estudien, que estudiar es muy importante, que en su época solo había hasta sexto grado, y no había colegios ni universidades, que uno terminaba la escuela y después se ponía a trabajar de lo que sea.

Me dijo que ella siempre quiso estudiar más. Que cuando sus padres se mudaron a la capital ella lloraba, que no sabía qué hacer, que no le gustaba estar acá, que extrañaba todo lo que tuvo que dejar.

Me dijo que su papá era un señor muy tacaño pero solo con su familia, que no quería gastar en la educación de sus hijos, y que si ella hubiera podido hubiera estudiado mucho más.

Sin embargo - me dijo - llegué a ser profesora y enseñé por muchos años, y todavía amo enseñar aunque ya no le enseño nada a nadie.

Me preguntó si yo estudiaba. Le dije que estoy por comenzar el tercer año en la facultad. Se sorprendió y me preguntó cuántos años tenía. Le dije una vez más que tenía 20.

Me contó como si fuera la primera vez que ella tenía 4 hijos varones y una hija mujer, y muchos nietos, pero me dijo que ninguno nació acá, y me preguntó si conocía su ciudad. Le volví a decir que sí.

Me preguntó tranquilamente como si nunca me hubiera hecho la pregunta de que en dónde vivía. Tardé un poco en responder porque recién me di cuenta de lo que estaba pasando y me sorprendí. Le dije que vivía en tal barrio.

Me dijo que ellos compraron esa casa de la esquina cuando se mudaron de su ciudad, porque ellos no siempre vivieron ahí, ellos vivían en tal ciudad. Le dije 'ahhh..'. Mientras una parte de mi mente me hacía cosquillas y casi reaccioné riéndome, hasta que otra parte me dijo 'shhh! esta señora tiene pérdida de memoria a corto plazo', y me hizo recordar a una película que ví un montón de veces y que me gustó desde la primera vez: 'Como si fuera la primera vez'.

Pero en el caso de esta señora uno no tenía que esperar al día siguiente para escuchar las mismas cosas y responder las mismas preguntas una y otra vez, era todo durante una simple conversación.

Sentí pena, y admiración. Pena porque la vejez evidentemente está empezando a marcar la vida de la señora, y admiración porque había tanta fuerza y entusiasmo en su interior que se notaba desde el exterior.

Me imagino a la señora volviendo a enseñar a sus 70 u 80 y tantos años (no le pregunté su edad), y repitiéndoles a sus alumnos la misma cosa una y otra vez durante la clase hasta que todos ya hayan memorizado la clase del día mientras que la señora cree que recién les está empezando a explicar algo nuevo, y se sorprende de que sus alumnos ya lo sepan y de que aprendan tan rápido.

Pasaron varios minutos. Se acerca una señora de unos 40 y pico y nos saluda. Después le dice 'mamá, me voy a ir a rezar a lo de tal persona' con un rosario y unos papeles en la mano. Su mamá le responde 'pero si todavía no es la hora de rezar'. No sé porqué pero sentí que por un instante había retrocedí 30 años en el tiempo hasta el pueblo donde habían nacido la señora y sus 5 hijos.

Antes de que su hija se despida y se vaya, la señora me dijo: 'esta es mi hija de la que te hablé, es mi única hija porque tengo 4 varones y solo 1 hija mujer'

Su hija dijo chau y se fue.

El hijo de la señora, el dueño del local, me habló fuerte desde lejos y me dije que enseguida viene un señor con un camión para llevar el escritorio. Le dije que bueno, que está bien, que gracias, que espero.

La señora me dijo: 'Ay! Me olvidé de presentarte a mi hija. No la viste, recién vino'.

Yo le dije: 'Sí señora, la conocí, me mostraste quien era'.

La señora como si nada me dijo: 'Ah, cierto, si'; con una voz que en el 'sí' final tenía un dejo de duda.