La vez que rompí un corazón
Nunca nadie me dijo que le rompí el corazón.
Tal vez lo hice y no estoy enterado.
Pero creo que no.

La vez que rompí un hueso
Tenía 8 años más o menos. Estaba jugando con mi prima que tenía unos 6 o 7. Corríamos, saltábamos, nos empujábamos, subíamos y bajábamos corriendo las escaleras. Una de las pocas cosas que recuerdo de mi infancia es el accidente de ese día. Mi prima bajó los últimos escalones de un salto, y yo justo hice un salto para subir. Chocamos. Mi cabeza contra su boca. El resultado: una cabeza lastimada y con la marca de un diente, y por otro lado un diente de conejo de leche roto. Fue traumatizante en ese momento. Los dos nos pusimos a llorar al mismo tiempo, tanto por el dolor como por el susto. 

La vez que rompí una ley
Recordar y escribir esto me hace sentir vergüenza. 
Cuando compré mi moto me regalaron un casco, pero ninguno de los que tenían disponibles para elegir era del tamaño de mi pequeña cabeza. En otras palabras: todos me quedaban demasiado ajustados y chicos.  
Un día, la primera vez que salía con mi nueva moto a la calle, fui a gestionar mi licencia de conducir, y no sé porqué decidí salir sin casco. Creo que algo en mi mente me tentó diciéndome que era cerca y que iba a ser rápido. Fue una de las cosas más irresponsables que hice hasta ahora. Después de haber gestionado todos los papeles y tener todo listo, llegué a casa con una multa por no usar casco. Una multa la primera vez que salí a la calle con mi nueva moto. Genial. Chau ahorros. No sabía dónde meter mi cara por todas las veces que veía a gente sin casco por las calles y gritaba que eran irresponsables. Ese día aprendí una gran lección, y me hice una promesa que no pienso romper: nunca más me voy a subir a una moto sin casco.

La vez que rompí una promesa
Fue hace exactamente 25 días. El día que decidí que iba a empezar a hacer un cambio en mi vida. De que lo hice lo hice, pero no como me había prometido. Desactivé mi cuenta de Facebook, dejé de escribir en otro blog que me absorbía demasiado tiempo, abrí finalmente este blog de escritura que siempre quise tener, empecé a tomar té verde en ayunas todas las mañanas, dejé de tomar tanta leche, empecé a dormir más temprano y a levantarme más temprano, y me empecé a bañar con agua fría al levantarme. Pero lo que no pude cumplir fue salir a caminar todas las mañanas. No puedo. No sé porqué pero es una promesa que creo que voy a seguir rompiendo por tiempo indefinido.

Este disparador forma parte del proyecto de escritura 30 días de escribirme del blog de escritura de Aniko Villalba. El proyecto consiste en escribir todos los días usando 1 disparador creativo por día durante un mes. 


Mirá todos mis escritos sobre este proyecto acá, y las instrucciones de cada disparador acá.